El Cumpleaños

En el escrito de ayer me quedé en que llevaríamos a J a la fiesta de cumpleaños de su primita. Yo le dije a J que íbamos para el cumpleaños de Paola y se puso muy contento. Pues lo vestí y nos fuimos a pie pues mi cuñada es la vecina del frente. Llegamos a la fiesta y lo primero que hicimos fue saludar a toda la familia de mi esposo. Tengo que cambiar la forma de pedirle a J que salude a alguien (acepto sugerencias) pues si le digo "J saluda" lo que hace es que se le para al frente a la persona, extiende la mano y dice "saluda". Si le piden un beso o yo le digo que le de un beso a su abuela, tía, etc., se deja abrazar pero se queda con los brazos hacia abajo y pone la cabeza para que lo besen y sin mirar a la persona. Pero no nos debemos quejar de esto pues antes lloraba o se molestaba si lo tocaban así que ha progresado muuuuuuuuucho y a nosotros sí nos besa y nos abraza.

Pues luego de los saludos protocolares, lo primero que hizo fue preguntar por Paola. Su tía llamó a Paola para que viniera donde J y cuando la vio dijo “esa no es Paola”. Yo le digo, “J esa es tu prima Paola” y él me dice “Yo quiero a Paola de Kinder”. J todo el tiempo estaba pensando que el cumpleaños era de una niña de Kinder que también se llama Paola. Llegado este momento las esperanzas de establecer un nuevo record de permanencia en una actividad, se desvanecieron.

A los 10 minutos de haber llegado al cumpleaños y de J haber explorado el área, de su boca salió la tan temida y esperada frase “vamos a mi casa”. En esos precisos momentos comenzó a llover y mi esposo y yo nos miramos con cara de espanto. ¿Por qué espanto?, pues esto significaba reforzar más el deseo de J de querer estar en casa. Aprovechamos esto y cuando J volvió a decir “vamos a casa” le dijimos que no podíamos irnos pues estaba lloviendo. Con esto lo convencimos un rato pero nos decía “está de noche hay que ir a mi casa” y nosotros continuábamos diciendo “no podemos está lloviendo”.

Cuando comenzó a llover, tuvieron que acomodar las mesas y sillas en el área de la marquesina y toda la gente se movió allí. Esto hizo que en esa área estuviera mucha gente concentrada y cerca unos de los otros. J se desorganizó un poco y en un pasillo que quedó entre una mesa y un grupo de personas, J comenzó a caminar de un lado hacia el otro con la boca llena de aire como él acostumbra y mirando hacia el suelo. Yo estaba detrás de la mesa y en ese momento no veía lo que él hacia hasta que llego a mi lado. El punto de partida era desde mi lado (un extremo de la mesa) hasta el otro extremo y miraba al suelo pues mientras caminaba evitaba pisar las líneas (les suena conocido). Cuando llegaba nuevamente a mi lado aplaudía, en la forma peculiar que él tiene de aplaudir (con las manos de lado) y luego comenzaba nuevamente. Cuando me percaté de esto lo retuve sentando en mi falda. También lo observé en una ocasión haciendo “hand flapping” esto no lo hacia desde que era muy pequeño.

Entre una cosa y otra y gracias a la lluvia, permanecimos en la actividad por 1 hora y 15 minutos aproximadamente. No fuimos cuando J caminó en dirección de la calle y ya iba a formar una de sus rabietas.

Entendimos que en esta ocasión era recomendable irnos pues debido a la lluvia no había ninguna actividad que pudiera mantenerlo entretenido. A todo esto, en ningún momento se le acercó a ninguno de los niños que estaba en la fiesta.