En la mañana quien lleva a J a la escuela es mi comadre. Yo llevo a J a casa de mi comadre a eso de las 7:50 a.m. y lo dejo con ella para yo irme a trabajar.
Todas las mañanas la rutina es que llego con J y él va y se sienta en el sofá de la sala de mi comadre y allí se queda hasta que es hora de irse. A veces ve los muñequitos un rato o simplemente se queda sentado jugando.
Yo hablo un ratito con mi comadre, me despido de J, él se queda sentado en el sofá y me voy a trabajar. Estos últimos días la rutina ha cambiado.
Cuando es hora de irme J dice “yo te miro y tú te vas y yo entro”. J ahora sale al balcón y me vela hasta que me vaya y luego entra a la casa. Si, me despide en el balcón aunque a veces ni me está mirando pues se pone a jugar con Mario el osito.
Aunque no lo crean, Mario todavía existe. Esta mugroso y harapiento pero vivo y cuando J sale a despedirme, veo a J dándole vueltas a Mario en el aire como acostumbra hacer.
Ayer en la mañana ocurrió algo muy lindo y tierno. Cuando salí para irme, J también salió al balcón y lo veo que está mirando al piso. Yo miro y veo que lo que J está mirando es una flor pequeñita y violeta que había en el piso.
J me dijo “una flor para tí, yo te quiero” pero solo la miraba pero no me la dio y lo dijo sin ninguna expresión. Yo le dije “una flor para mí, que linda dámela”. Entonces J recogió la flor del piso y me la dio. Lo celebré mucho y diciéndole “gracias mi amor me diste una flor”. Allí la tengo guardada, aunque ya marchita pero significa mucho para mí.
También significa que J, aunque no del todo, comprende el concepto y relacionó una flor con amor y cariño. Yo lo hice que me la diera en la mano para que comprenda, que además de haberme dicho que me quería, y que la flor era para mí, que la flor se le da a la persona.
Por lo general J es una dulzura, siempre está sonriendo y aparenta estar feliz. Nosotros entendemos que es un niño feliz a pesar de todo, excepto cuando está bajo una rabieta pues todo cambia radicalmente.
J vive una vida sin preocupaciones y poco conciente de las atrocidades que ocurren en nuestro ambiente y nuestro país. Ajeno a los problemas que nos rodean, ajeno a los impedimentos de otros, simplemente ajeno.
¿No desearíamos todos aunque sea por un rato ser iguales a J, felices y ajenos?
Todas las mañanas la rutina es que llego con J y él va y se sienta en el sofá de la sala de mi comadre y allí se queda hasta que es hora de irse. A veces ve los muñequitos un rato o simplemente se queda sentado jugando.
Yo hablo un ratito con mi comadre, me despido de J, él se queda sentado en el sofá y me voy a trabajar. Estos últimos días la rutina ha cambiado.
Cuando es hora de irme J dice “yo te miro y tú te vas y yo entro”. J ahora sale al balcón y me vela hasta que me vaya y luego entra a la casa. Si, me despide en el balcón aunque a veces ni me está mirando pues se pone a jugar con Mario el osito.
Aunque no lo crean, Mario todavía existe. Esta mugroso y harapiento pero vivo y cuando J sale a despedirme, veo a J dándole vueltas a Mario en el aire como acostumbra hacer.
Ayer en la mañana ocurrió algo muy lindo y tierno. Cuando salí para irme, J también salió al balcón y lo veo que está mirando al piso. Yo miro y veo que lo que J está mirando es una flor pequeñita y violeta que había en el piso.
J me dijo “una flor para tí, yo te quiero” pero solo la miraba pero no me la dio y lo dijo sin ninguna expresión. Yo le dije “una flor para mí, que linda dámela”. Entonces J recogió la flor del piso y me la dio. Lo celebré mucho y diciéndole “gracias mi amor me diste una flor”. Allí la tengo guardada, aunque ya marchita pero significa mucho para mí.
También significa que J, aunque no del todo, comprende el concepto y relacionó una flor con amor y cariño. Yo lo hice que me la diera en la mano para que comprenda, que además de haberme dicho que me quería, y que la flor era para mí, que la flor se le da a la persona.
Por lo general J es una dulzura, siempre está sonriendo y aparenta estar feliz. Nosotros entendemos que es un niño feliz a pesar de todo, excepto cuando está bajo una rabieta pues todo cambia radicalmente.
J vive una vida sin preocupaciones y poco conciente de las atrocidades que ocurren en nuestro ambiente y nuestro país. Ajeno a los problemas que nos rodean, ajeno a los impedimentos de otros, simplemente ajeno.
¿No desearíamos todos aunque sea por un rato ser iguales a J, felices y ajenos?
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